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miércoles, 25 de marzo de 2009

Hipócritas con sotana

Tengo que reconocer que me produce una inmensa ternura el cartel que representa la campaña publicitaria de la Conferencia Episcopal. ¡Qué delicadeza! Ese precioso niño sonriente y mofletudo que nada más mirarlo, dan ganas de achucharlo. Y del lince, pues que te entran unos deseos inmensos de llevártelo a casa y adoptarlo como mascota.

Por extraer algo positivo de la nueva cruzada eclesiástica, mencionar que ya no les basta con los púlpitos para sus adoctrinamientos; ahora necesitan gastarse las “perras” de los contribuyentes que marcan su casilla X en la declaración anual de la renta, y que quizás piensen que dicho dinero va a parar a los más necesitados de esta sociedad, en maniobras orquestadas por los cerebros más agudos de su estructura jerárquica.

Lo grave de la situación es que, detrás de las imágenes angelicales, se nos está acusando a las mujeres de preferir a los animales que a los niños/as. No es nuevo que la iglesia compare a las mujeres con los animales. Durante siglos fueron pocos los que cuestionaron la inferioridad de la mujer; incluso hubo quienes suponían que el cerebro femenino era más pequeño que el del varón y su naturaleza más emotiva. En la Edad Media, los teólogos (todos ellos hombres, por supuesto) discutían si las mujeres eran seres humanos. “¿Tienen un alma, o son más equiparables a los animales superiores, como los caballos o los perros?” El machismo es un fenómeno discriminatorio de segregación y opresión social, promulgado y justificado históricamente por la iglesia católica. Yo invito a los curas y a todos los altos mandos que suben hasta el cielo de la iglesia, que dejen al margen a las mujeres de sus bulos y supercherías. Las mujeres hemos sabido cuidar siempre y muy bien, tanto a los niños como a los animales. Hemos sido cuidadoras de las generaciones anteriores y posteriores a la nuestra sin reconocimiento alguno de la sociedad y por supuesto, menos de la iglesia. Nosotras sabemos ocuparnos muy bien de los nacidos y de los vivos. Esta afirmación no se puede hacer de ustedes. El último mensaje, de que el condón no es solución al SIDA, del que más manda y del que más piensa, acompañado de su séquito, ayuda a morir a millones de africanos. Esta enfermedad mata diariamente a 6.000 personas en África; más que cualquier guerra, hambruna o inundación. Millones de niños son huérfanos a causa del mal y/o son seropositivos. Es un genocidio silencioso legitimado. Podría seguir extendiéndome con sus casos de pedofilia, con sus silencios ante la pena de muerte, con sus fotos de familia con dictadores y exterminadores, y mucho más.

Les propongo un ejercicio de conciencia, práctica que se supone que saben hacer muy bien, y reflexionen sobre el número de muertes que pesan sobre sus espaldas.

No toda la ciudadanía está formada por fieles fáciles de engañar y personas susceptibles a las tergiversaciones enmarcadas en una campaña que arremete nuevamente contra la dignidad de las mujeres.

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