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domingo, 26 de abril de 2009

El destape de Aznar

Bueno, parece que, por fin, se destapan las que hubieran sido propuestas claras del PP ante la crisis. ¡Qué raro!, de nuevo los trabajadores. El excelso presidente de la FAES, acompañado por un ministro de Berlusconi, declara las verdaderas intenciones de su partido ante la situación económica mundial: la necesidad urgente de una reforma y flexibilización del mercado laboral. Es decir, el obrero para salir del atolladero. También parece que su "compañero de fatigas", el Sr. Rajoy, no termina de dar la cara y decir abiertamente a la ciudadanía sus recetas con los trabajadores de postre. De todas maneras, no debe resultarnos extraño. Ya ello les costó durante su gobierno la primera huelga general. Etapa que se caracterizó por la ausencia absoluta de diálogo social, la disminución de las prestaciones, el aumento de los contratos basura y un largo etcétera. En otro ataque de absoluta brillantez, repara esta eminencia en materia económica, de la necesidad de formación al desempleado. Vamos que, hasta que llegó este lujo de sapiencia, a nadie se le había ocurrido que la formación va intrínsecamente ligada a las nuevas oportunidades de crecimiento y empleo. Sí, eso que llaman por ahí nuevos yacimientos. Tampoco se le había ocurrido a nadie, que las transformaciones sociales producen cambios en los sistemas de producción. De ahí la importancia de favorecer la profesionalización de los nuevos "nichos" de empleo.
No hay que olvidar que los verdaderos causantes de esta crisis fueron y son los defensores a ultranza del liberalismo económico; del liberalismo desmadrado; los neocons. El resultado de esta política neocon, en países como Estados Unidos, provocó que los ricos fueran cada vez más ricos, los de clase media vieran mermado su poder adquisitivo y los de clase más desfavorecida, perdieran protección social y servicios públicos. La defensa a ultranza del capitalismo salvaje y la concentración del poder y de la riqueza en unas pocas manos. Estos que han defendido el libre mercado sin límites ni controles, defienden la clase social que ellos representan. Estos que también han exigido las intervenciones estatales para salvar sus fortunas. Estos, los de mano dura y recortes sociales. Estos son los de PP. Los Rajoy, Aznar, Mayor Oreja, Aguirre,...

Por el contrario, el PSOE se plantea las recetas de la socialdemocracia. La potenciación de las políticas reformistas que de forma gradual produzcan mejoras en las condiciones de vida de los sectores sociales más desfavorecidos, la formación de los trabajadores, el reparto más justo de la riqueza, la paz y la cohesión social, la solidaridad, la consolidación del gasto social, forman parte del modelo socialdemócrata.

Pues esto hay que decirlo. La ciudadanía, ante las próximas elecciones europeas, debe conocer qué fórmulas plantean los partidos para salir de la crisis; no sólo económicas, sino también sociales y de valores.

La diferencia está clara.

domingo, 19 de abril de 2009

De soberbia e inteligencia

Desconozco si son ciertas las palabras dirigidas por el presidente de la República Francesa al presidente del Gobierno de España. Mientras que desde algunos foros insisten en la veracidad de las mismas, en otros, se han apurado en desmentirlas. Y en nuestro país, faltaría más, el lúcido vicesecretario de Comunicación del PP, González Pons, aventura que su colega ideológico galo “puede que tenga razón”. Vamos, la misma actitud que tuvo Zapatero en la famosa Cumbre Iberoamericana del ¿porqué no te callas? del rey a Chávez, en la que defendió a Aznar porque “se puede estar en las antípodas de una posición ideológica y no seré yo quien esté cerca de las ideas de Aznar, pero fue elegido por los españoles y exijo ese respeto”. Un distintivo propio del pensamiento de derecha es la soberbia. La rigidez de pensamientos, la inflexibilidad, la incapacidad de admitir la evolución, la adaptación a los cambios, son características propias de las estructuras de derechas. En cambio, la tolerancia, el respeto a la diversidad, la consideración de que los cambios son procesos que nos pueden enriquecer como sociedad, son representativas e inherentes a las mentes de izquierdas. Sin lugar a dudas, los procesos revolucionarios a lo largo de la historia pertenecen a la izquierda y han sido abanderados por personas que soñaron que un mundo mejor era posible; que aspiraron a una sociedad más justa. Ser de izquierda comporta tener una mentalidad flexible, dispuesta al cambio y considerar que todo puede evolucionar hacia algo mejor. Ser de derecha exige pensamiento rígido, aceptación de las cosas porque no pueden ser de otra manera, inmutación a la transformación y conformismo a la realidad. En definitiva, es un pensamiento perfectamente predecible. Desde estas consideraciones, quizás que un dirigente político de derechas como Sarkozy insulte a nuestro presidente y ensalze a Berlusconi, más conocido por sus bufonadas y salidas de tono, se convierta en un cumplido para Zapatero. Yo al menos, así lo creo. Además demuestra, con su pensamiento fosilizado e incapaz de conjeturar que otros pueden tener algo de razón, que es poco listo y poco inteligente.

domingo, 5 de abril de 2009

La niña velada

Hoy, al salir de casa, me crucé con una niña. Le calculo no más de diez años. Iba cubierta por una túnica de colores sombríos y su carita apenas asomaba, envuelta en un velo blanco. Mi conciencia se revuelve; revivo los debates y contradicciones de una corriente del movimiento feminista que hace referencia a la expansión del discurso de las mujeres occidentales para abrirlo a mujeres de otras culturas, pasando ello por la consideración del yihab como símbolo de identidad y visibilidad en el mundo global. Apelan a la tolerancia, al respeto intercultural y a la consideración de la diversidad.

Me parece un tremendo disparate. Lo que es cierto es que la mayoría de ellas no deciden. El velo no sólo es un símbolo religioso; también lo es político. Es la representación de la sumisión y del sometimiento al hombre. El conocimiento de las discriminaciones ha de articularse desde la lucha por la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades, que si bien han sido emprendidas históricamente por las mujeres pertenecientes a la clase burguesa, porque el resto estaban absorbidas por su trabajo y quehacer casero cotidiano, no menos cierto es que en la actualidad y en la sociedad occidental, aún androcéntrica y estereotipada con valores masculinos, se han conseguido avances que las mujeres no estamos dispuestas a perder. Yo, evidentemente, me alineo con las tesis de otras tendencias del feminismo.

La defensa por parte de los movimientos islamistas de los distintivos propios de su religión y su queja ante nuestra obsesión por el pedazo de tela, es una forma más de justificar la permanencia de los mismos en la sociedad occidental. Plantear, como hacen algunos y algunas, que las mujeres asumen esos distintivos desde la libertad, es otra forma sesgada de exponer una realidad que lleva implícita inventar tolerancias que no lo son. Es decir, como lo hace alguien de fuera hay que permitirlo para no ser llamado xenófobo.

Solicitar tolerancia para una práctica que supone una subordinación es incongruente y ridículo. Siento que soy respetuosa con las culturas de otros países, siempre que las mismas no vulneren nuestra libertad y supongan un atentado contra los derechos adquiridos a lo largo de la historia por muchas mujeres; algunas despreciadas, otras olvidadas y, desgraciadamente, bastantes asesinadas en el camino.