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miércoles, 19 de enero de 2011

El chivo

Gracias al criterio de mi querido amigo Víctor, levanté el veto a la lectura de los libros del flamante ganador del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Sí. Tengo que reconocer que la ideología de los escritores y/o sus manifestaciones acerca de lo que piensan de determinados temas, frenan mis ansias por conocer lo que escriben. Aunque su disertación de cincuenta minutos en la ceremonia de entrega de su premio, en la que realiza una exaltación de los libros, habla de los nacionalismos, del terrorismo, de dictaduras, del teatro, de Barcelona, de su familia, de los amigos, y de muchas más cosas importantes en su vida, fue uno de los discursos más emotivos que he escuchado y que suscribo casi en su totalidad.

El universo de la literatura es tan amplio y el abanico de posibilidades que despliega es tan inmenso, que mis apetencias como lectora están más que cubiertas con mis elecciones. Volviendo a Mario Vargas Llosa y a la acertada opinión de mi amigo, éste me recomendó que comenzara con la “Fiesta del Chivo”. Sencillamente, lo devoré.

“La Fiesta del Chivo” es una novela que realiza una crítica feroz a las dictaduras militares y a los gobernantes que se mantienen en el poder durante décadas. Describe con absoluta precisión los privilegios y prebendas de las que son beneficiarias las personas cercanas al régimen, el profundo temor de quienes le rodean a despertar la ira del gobernante, la incapacidad de sus seguidores de alzar la voz para denunciar las atrocidades que se cometen, la perfecta telaraña de atenciones enhebrada con precisión por el benefactor que atrapa la voluntad de sus favorecidos, el intenso dolor de las víctimas que necesitan reconstruirse a sí mismas, y un canto a las personas dignas que no se resisten y luchan por cambiar una sociedad que consideran puede ser mejor, a través de las acciones y de la memoria de sus personajes.

Este libro me dejó sumamente reflexiva, porque lo primero que me surgió fue un análisis de algunos de los gobernantes actuales. Supuestos demócratas que despliegan las mismas artes de secuestro y seducción hacia la ciudadanía y a sus votantes; que realizan chantajes a las personas por favores pagados y nunca devueltos; que han tejido una red clientelar que se traduce en ciudadanos de primera y de segunda; que han conseguido enraizar en la sociedad el sentimiento de los/as que están conmigo o contra mí; que han sido capaces de arraigar en la población el temor a manifestar realmente lo que se piensa. Y todo ello en un Estado Democrático y de Derecho.

Vaya este artículo a todas las personas que siguen rompiendo día a día una lanza a favor de la libertad de ideas, que manifiestan abiertamente lo que piensan, y que se sienten soberanas en una sociedad que algunos pretenden secuestrar, pero que nos corresponde libre por derecho.