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miércoles, 16 de abril de 2008

A bombo y platillo

Todos los que me conocen saben de mi pasado de lucha antimilitarista, de participación activa en colectivos desde los que se reivindicaba la desaparición del ejército, la insumisión y como acto menor, la objeción de conciencia. También conocen mi pasado y presente de reivindicación de la igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres. Aquellos objetivos perseguidos, algunos hoy en día, realidades, y desde la profunda convicción idílica, según piensan varios de mis amigos, de que es posible un mundo de paz, de justicia, de igualdad, de armonía y de fraternidad, donde sobren los ejércitos y las armas, no voy a ocultar el cóctel de emociones confrontadas entre las que se encuentra la satisfacción, que me ha producido observar a una mujer embarazadísima, feminista y muy progre, Carme Chacón, cuadrando a las fuerzas armadas. Que nadie me malinterprete. Bastante caspa ya ha levantado su nombramiento en algunos sectores del ejército y en otros de la sociedad civil. Posiblemente les gustaría más un energúmeno que nos metiera en guerras preventivas.

Pero este nombramiento es una muestra más de que las palabras del presidente del Gobierno, “me considero feminista”, se convierten en hechos. De que en el ámbito político sí se han dado pasos contundentes.

Esta caspa levantada sigue siendo la consecuencia del profundo machismo arraigado en nuestra sociedad. De aquellos que avalan el manido discurso de que los puestos han de ser ocupados por las capacidades personales, ya sean hombres o mujeres. Si las mujeres somos más o menos el 50%, ¿cómo es posible que sólo el 10% de nosotras seamos competentes, frente al 90% de hombres cualificados para ocupar los puestos de responsabilidad empresarial y directiva? Y todo ello con estadísticas que avalan la igualdad en nivel de estudios finalizados. Según una encuesta del Instituto de la Mujer del año 2007, el 50.22% de la población con estudios superiores finalizados somos mujeres.

A la designación de Chacón, se une la creación del Ministerio de Igualdad, hecho que me produce ilusión especial, quizás por las expectativas que me produce. Espero que ésta sea la legislatura donde se desarrollen esas grandes leyes aprobadas en la anterior y se consume como realidad, lo que tan bonito ha quedado en el papel.

Quizás comencemos una era nueva de concepción del ejército. De la participación en guerras cruentas, a la protección de los derechos humanos y a la garantía de la paz de los países del mundo. Y todo bajo el mando de una mujer, que como muchas pasaron de ocupar puestos “femeninos”, dígase Sanidad, Educación, Vivienda, etc., a veces desconsiderados pero no por ello de menor importancia, a otros más propios de los que rebozan testosterona.

Defensa. Chacón. Firme, pero conciliadora. Segura, pero tolerante. Luchadora, pero pacifista. Suerte. Suerte a todas ellas. A las mujeres del siglo XXI. A las mujeres que nos ha costado el doble para llegar a la mitad que ellos.